Las primeras 450 entradas de este blog las puedes consultar en el enlace Burguillos Viajero.

sábado, 31 de marzo de 2018

2204. CHIPIONA (I), Cádiz: 8 de septiembre de 2016.

1. CHIPIONA, Cádiz. Ante la patrona de los chipioneros.
2. CHIPIONA, Cádiz. La Virgen de Regla en su paso.
3. CHIPIONA, Cádiz. La Virgen de Regla con el faro al fondo.
4. CHIPIONA, Cádiz. Vista lateral del paso de la Virgen de Regla en el atardecer chipionero.
CHIPIONA (I), provincia de Cádiz: 8 de septiembre de 2016.
   Villa marinera y turística de la Costa de la Luz, enclavada junto a la Punta del Perro, en el ángulo más occidental de la costa gaditana.
   Mostramos imágenes de la salida procesional de la Virgen de Regla en su discurrir por las cercanías del Santuario de Regla, su sede canónica, poco antes de entrar, tras la puesta del Sol.

viernes, 30 de marzo de 2018

2203. LISBOA** (VI), capital: 21 de agosto de 2016.

97. LISBOA, capital. El Arco de Triunfo desde la rua da Prata.
98. LISBOA, capital. Vista del estuario del Tajo.
99. LISBOA, capital. En un carro de turismo por la capital.
100. LISBOA, capital. Vamos de paseo ...
2203. LISBOA** (VI), capital del distrito, de la provincia y de Portugal: 21 de agosto de 2016.
   Mostramos imágenes del paseo turístico que dimos por la ciudad lisboeta como final del viaje a tierras portuguesas.

Enlace a la Entrada anterior de Lisboa**:

jueves, 29 de marzo de 2018

2202. SINTRA** (I), Lisboa: 21 de agosto de 2016.

1. SINTRA, Lisboa. Exterior del Paço Real.
2. SINTRA, Lisboa. Vista de la ciudad y el Castelo dos Mouros, al fondo, desde la entrada del Paço Real.
3. SINTRA, Lisboa. Capilla del Paço Real.
4. SINTRA, Lisboa. Sala dos Escudos del Paço Real.
5. SINTRA, Lisboa. Cúpula de la Sala dos Escudos del Paço Real.
6. SINTRA, Lisboa. Bóveda de la Sala dos Cisnes del Paço Real.
7. SINTRA, Lisboa. Sala das Pegas del Paço Real.
8. SINTRA, Lisboa, Bóveda de la Sala das Pegas del Paço Real.
9. SINTRA, Lisboa. Uno de los patios del Paço Real con las célebres chimeneas.
10. SINTRA, Lisboa. Uno de los dormitorios privados del Paço Real.
11. SINTRA, Lisboa. En una de los salones del patio del Paço Real.
12. SINTRA, Lisboa. El Castelo dos Mouros, desde el Paço Real.
13. SINTRA, Lisboa. Otra vista del Castelo dos Mouros, desde el Paço Real.
14. SINTRA, Lisboa. Exterior de la Quinta da Regaleira.
15. SINTRA, Lisboa. Una de las torres de la Quinta da Regaleira.
16. SINTRA, Lisboa. Otra vista del exterior de la Quinta da Regaleira.
SINTRA** (I), distrito de Lisboa: 21 de agosto de 2016.
   Edificada en la vertiente septentrional de la sierra homónima, el casco antiguo de esta bellísima ciudad, la llamada Vila Velha, resume en sus numerosos monumentos las diferentes visiones de sus moradores sobre el momento histórico que les ha tocado vivir.
   La que fuera santuario de adoración a la luna en épocas protohistóricas y, durante la ocupación romana de Portugal, disputada villa fortificada en las guerras de conquista entre castellanos, lusos y árabes, se convierte en cazadero real en los más tranquilos siglos XIII al XV, y en escenario posterior de los sueños románticos de algunos reyes alucinados, mediado el siglo pasado, con la consiguiente restauración, no siempre acertada, de ruinas.
   Tras la, por el momento, última transformación realizada hace tan sólo unas décadas, la vieja villa portuguesa se ha convertido en centro de interés turístico internacional; a ello ha contribuido su consideración por la UNESCO, en 1995, como Patrimonio de la Humanidad. En este ambiente turístico, la venta de artesanía resulta una de las principales actividades económicas de sus habitantes, lo que sin duda ha permitido la salvaguarda de numerosos edificios históricos al encontrarse para ellos una funcionalidad.
   Otra faceta de la localidad y su entorno, perfectamente conjuntada con el patrimonio construido, es la paisajística. El Parque Natural de Sintra-Cascais, creado en 1994, abarca 23.280 ha. Además de la Sierra de Sintra y Colares, alcanza el litoral de los cabos Raso y da Roca, quedando también protegida la zona más urbanizada próxima a Cascais. El dulce microclima de estas montañas litorales, unido a la fertilidad del suelo, propició la aclimatación de especies exóticas, plantadas en románticos parques y jardines. De este modo, junto a castaños, robles, encinas, alcornoques y madroños, sin olvidar las amplias manchas de pino manso, conviven secuoyas, tuyas y abetos.
   Paço Real*. En el corazón de la Vila Velha, sobre una plataforma practicada en la escarpada ladera, se alza la que fuera residencia veraniega de los reyes de Portugal desde el inicio de su construcción (a partir del siglo XIV) por João I y posteriormente por Afonso V, João II y Manuel I.
   El palacio está integrado por una gran cantidad de construcciones superpuestas en diferentes planos. Obra de artífices moriscos, su apariencia ofrece un estilo que podría ser equiparado, con salvedades, al mudéjar español. Destacan sobre el conjunto y le confieren una fisonomía característica dos enormes chimeneas de forma cónica, levantadas sobre unas cocinas capaces de atender a más de 1.000 comensales.
   Entra las muchas fachadas exteriores, casi todas ellas provistas de ventanales geminados, destacan las de la llamada ala manuelina, situada a la derecha de la entrada. Sus vanos, de hermosa factura, aparecen enmarcados por molduras de gran belleza.
   Cuatro dependencias interiores merecen especial atención. La Capilla, de forma oblonga y cubierta de artísticos artesonados geométricos compuestos por polígonos y estrellas vivamente coloreadas y de aire islámico. La Sala dos Escudos, decorada con los 72 principales blasones nobiliarios del reino en tiempos de Dom Manuel I, pintados en una fastuosa cúpula octogonal con casi tres veces la altura de las paredes que la sustentan. La Sala dos Cisnes, antigua audiencia, con sendas hileras de ventanas geminadas a cada lado y techo en forma de artesa invertida cubierta con pinturas de cisnes que lucen una corona al cuello, en gentil atención a la reina Filipa por parte de su esposo João I; en la estancia tienen lugar los banquetes con los que el Primer Ministro agasaja a los visitantes. Y por último; sin que por ello se acaben aquí los atractivos del palacio, la Sala das Pegas (urracas), en la que se representan varias de estas aves  sosteniendo con el pico una rosa con la inscripción "Per Bem" (Para Bien). Según la tradición, probablemente apócrifa, las vocingleras urracas representan a las no menos charlatanas damas de la corte que no pudieron guardar el secreto cuando sorprendieron al rey depositando un nada inocente beso en la cara de una mujer que era su reina. Delatado, éste justificó el desliz diciendo que había obrado "para bien", y tomó una suave venganza contra las delatoras fijándolas en el techo.
   En la explanada del palacio pueden ser alquilados los coches de caballos que realizan un recorrido turístico por Sintra.
   El Castelo dos Mouros*, de los siglos VII-IX y siguientes, es un largo recinto amurallado plantado sobre una cresta rocosa a media ladera, y muy arropado en la actualidad por la vegetación del parque. La traza absolutamente irregular de los lienzos de mampostería,la vertiginosa posición de algunos de los torreones y cubos defensivos, apostados sobre riscos que miran al vacío, no son sólo exigencias impuestas por la finalidad militar para la que fueron concebidos; también tienen mucho que ver con los fantásticos criterios adoptados cuando fueron restaurados para su inserción en el complejo romántico de Pena. De este modo, como acertó a compararlo Richard Strauss, Sintra contaba con su fortaleza del Santo Grial.
   Quinta da Regaleira**. De propiedad privada, y hasta hace poco cerrada al público, la quinta fue construida a principios del siglo XX, pero imbuída del mismo espíritu romántico que había guiado las obras del palacio da Pena, por António Augusto Carvalho Monteiro (1850-1920). Deseoso de plasmar en aquel bosque sus mágicas ensoñaciones, contrató al arquitecto italiano Luigi Manini. La vivienda optó por la mezcolanza estilística de los neos, pero con un evidente predominio de lo gótico, con elementos manuelinos y, en menor medida, renacentistas. Pero los delirios esotéricos y míticos no se quedaron aquí, prolongándose por el parque y otras construcciones dispersas, entre ellas el palacio dos Milhões, una mansión de la alquimia, la capela da Santíssima Trindade con su misteriosa cripta, las torres de aspecto medieval, el terraço dos Mundos Celestes, las fuentes, los templetes y, sobre todo, el pozo iniciático*, con su escalera en espiral bajo arcadas concebida en función de los supuestos ritos de los caballeros templarios. Al llegar al fondo, el itinerario continúa por un sinfín de rutas laberínticas con sus lagos. La visita a la quinta incluye la colección de la escultora Dorita Castelo Branco.
 

Textos de:
SERRA, Rafael y HITA, Carlos de. Guía Total: Portugal de punta a punta. Anaya. Madrid, 2004.

miércoles, 28 de marzo de 2018

2201. FÁTIMA* (III), Santarém: 21 de agosto de 2016.

15. FÁTIMA, Santarém. En el ascensor del Hotel Santo Amaro ...
FÁTIMA* (III), distrito de Santarém: 21 de agosto de 2016.
   Mostramos una imagen que muestra hasta donde llega el significado de la Virgen para la villa de Fátima; un "selfie" en el ascensor del Hotel Santo Amaro ...

Enlace a la Entrada anterior de Fátima*:

martes, 27 de marzo de 2018

2200. FÁTIMA* (II), Santarém: 20 de agosto de 2016.

12. FÁTIMA, Santarém. La Virgen del Rosario de Burguillos en una fotografía, en una sala del hotel Santo Amaro.
13. FÁTIMA, Santarém. En la procesión de las velas, en la explanada del Santuario.
14. FÁTIMA, Santarém. Aspecto de la explanada con la Bas. del Rosario al fondo.
FÁTIMA* (II), distrito de Santarém: 20 de agosto de 2016.
   Se muestran imágenes del interior del Hotel Santo Amaro, donde los burguilleros tenemos la suerte de que en una de las salas se muestre una fotografía de la patrona de los burguilleros,  Nuestra Señora del Rosario, un auténtico descubrimiento. También se muestran imágenes de nuestra participación e la procesión de las velas que cada tarde-noche tiene lugar en la explanada del Santuario.

Enlace a la Entrada anterior de Fátima*:

lunes, 26 de marzo de 2018

2199. ÓBIDOS** (I), Leiria: 20 de agosto de 2016.

1. ÓBIDOS, Leiria. La Porta da Vila.
2. ÓBIDOS, Leiria. Ante el oratorio de la Porta da Vila.
3. ÓBIDOS, Leiria. Calle típica de la población.
4. ÓBIDOS, Leiria. Otro rincón típico de la villa.
5. ÓBIDOS, Leiria. Igl. de Sta. Mª.
6. ÓBIDOS, Leiria. Portada de la igl. de Sta. Mª.
7. ÓBIDOS, Leiria. Interior de la igl. de Sta. Mª.
8. ÓBIDOS, Leiria. Decoración del interior de la igl. de Sta. Mª.
9. ÓBIDOS, Leiria. Retablo mayor de la igl. de Sta. Mª.
10. ÓBIDOS, Leiria. Retablo lateral de la igl. de Sta. Mª.
11. ÓBIDOS, Leiria. Sepulcro de João de Noronha o Moço y de su esposa Isabel de Sousa, en la igl. de Sta. Mª.
12. ÓBIDOS, Leiria. Fuente renacentista.
13. ÓBIDOS, Leiria. Fachada del museu municipal.
14. ÓBIDOS, Leiria. Fachada de la igl. da Misericórdia.
15. ÓBIDOS, Leiria. Igl. de São Pedro.
16. ÓBIDOS, Leiria. Interior de la igl. de São Pedro.
17. ÓBIDOS, Leiria. Retablo mayor de la igl. de São Pedro.
18. ÓBIDOS, Leiria. Crucificado de marfil de la igl. de São Pedro.
19. ÓBIDOS, Leiria. Otra portada de una capilla de la villa.
20. ÓBIDOS, Leiria. Igl. de Santiago y castillo.
21. ÓBIDOS, Leiria. Interior de la antigua igl. de Santiago.
22. ÓBIDOS, Leiria. Uno de los accesos al castillo.
23. ÓBIDOS, Leiria. Vista de la rua Direita desde la portada de la igl. de Santiago.
24. ÓBIDOS, Leiria. Otra vista del castillo.
25. ÓBIDOS, Leiria. Vista del castillo desde otra perspectiva.
26. ÓBIDOS, Leiria. Otro rincón típico de la villa medieval.
ÓBIDOS** (I), distrito de Leiria: 20 de agosto de 2016.
   Tienen razón los que dicen que la silueta de Óbidos, divisada desde el santuario do Senhor Jesus da Pedra, según se llega desde Caldas da Rainha, recuerda la forma de un barco. Las murallas vendrían a ser las bordas, el castillo sería también el de popa y el extremo aguzado que arranca desde la Porta da Vila y termina en la Torre de Facho puede parecerse al bauprés o a una esbelta proa. Una parte del caserío no cabe ya en cubierta y ha preferido extenderse sobre las laderas del cerro sobre el que está varado el largo cascarón de Óbidos. La rua Direita, que atraviesa el pueblo de un extremo al otro desde la Porta da Vila hasta el Castillo, hoy convertido en pousada, es el eje en torno al cual se articula todo el entramado urbano de Óbidos, que debe mucho al proceso de restauración iniciado en 1910. Entonces fue potenciada la imagen cubista que ofrece la población, en la que mandan los colores pastel (amarillo, azul) en zócalos y marcos de puertas y ventanas. El arquitecto Ramalho Ortigão recreó, asimismo, la escenografía medieval, empedrando todas las ruas con cantos de río y recuperando el remate almenado de la muralla; ésta había sido definida por D. João V, en la hora en que el sol se pone, como un cinto de ouro.
   Lo que sería el puente de mando, una plazuela que precede a la entrada del castillo, permite abarcar de una mirada el apretado trabazón de las casas de Óbidos, sin lugar a dudas, uno de los pueblos más pintorescos de Portugal. Lástima que esté tan volcado hacia el turismo. El aspecto de barco encallado debió de ser todavía más evidente en el pasado, cuando la ciudad estaba prácticamente asentada en las orillas de un profundo golfo cuyo último vestigio es la actual lagoa (laguna) de Óbidos.
   Óbidos fue ganada a los moros por el rey Afonso Henriques y por su capitán Gonçalo Mendes en el año 1148, impulsados por la necesidad de eliminar las bolsas de resistencia sarracenas antes de emprender nuevas campañas al sur del Tajo. Un siglo más tarde, Dinis mandó levantar el castillo y estableció el privilegio de conceder la villa a las reinas de Portugal, costumbre que se mantuvo hasta 1833, luego de ofrecérselo como regalo a su esposa Isabel. Las murallas que protegen al pueblo son aún posteriores y se deben a la iniciativa de otro soberano: Fernando I.
   Entrar en Óbidos con vehículo es una temeridad y un insulto para sus inmaculadas callejuelas de casitas blancas. Las indicaciones remiten a la parte trasera del pueblo, a espaldas del Castillo, donde se ha habilitado un amplio aparcamiento. Sin embargo, es más recomendable dejar el coche en la parte baja y emprender el recorrido a pie desde la Porta da Vila.
   La que era y sigue siendo la principal puerta de entrada al pueblo salva las murallas por medio de un pasadizo en retranqueo que contribuiría a defender el acceso de los posibles enemigos al interior. En uno de los muros bajo techo se instaló un oratorio decorado con azulejos del siglo XVIII que representan dos escenas de la vida de Jesús: la agonía y el lance del Huerto de los Olivos, en el que San Pedró cortó una oreja a un soldado romano. La calle principal arranca de la plazoleta de entrada y está practicamente dedicada al comercio. Casi todos los bajos son tiendecitas de artesanía o establecimientos hosteleros. La Oficina de Turismo se encuentra a la mitad del recorrido, justo antes de llegar al largo da Praça.
   En esta misma plaza*, la más despejada de Óbidos, además del pelourinho de João II, una fuente renacentista y algunas mansiones de buena planta, como la Casa do Telheiro, se encuentra la iglesia de Santa Maria*, un edificio de enorme solera que pasó de ser templo visigótico a mezquita árabe y, después de la reconquista, fue consagrado de nuevo a la fe cristiana. Tras la reconstrucción emprendida durante el reinado de João III (1521-1557), sufrió severas modificaciones que casi borraron las influencias artísticas anteriores y prácticamente todo su aspecto medieval. En lo alto del pórtico, enmarcado por cuatro columnas, se ha instalado una hornacina con la figura de la Virgen y, en torno a ella hay una corte de ángeles.
   El interior, separado en tres naves por dos filas de columnas dóricas, está decorado con cerámica azul y blanca del siglo XVII, en la que predominan los motivos vegetales dispuestos en formaciones geométricas. Además, sus paredes están adornadas con más de 20 pinturas al óleo de distintos autores, entre las que destacan las de Baltasar Gómez Figueira y las de la pintora sevillana Josefa de Ayala (1634-1684), más conocida como Josefa de Óbidos tras escoger esta localidad como residencia. En cuanto a los ocho lienzos del retablo son obra de João da Costa (siglo XVII) y representan escenas de la vida de María.
   A la izquierda del altar mayor, junto a una capilla dedicada a San Blas, se encuentra situado el sepulcro renacentista de João de Noronha o Moço, alcalde mayor de Óbidos, muerto en el año 1525, y de su esposa, Isabel de Sousa. El grupo escultórico, una Piedad, se ha atribuido al taller de Jean de Rouen, uno de los artistas pertenecientes a la escuela de Coimbra, pero algunos autores afirman que se debe al cincel de Nicolás de Chanterène, y que fue ejecutado entre los años 1526 y 1528.
   A espaldas de la iglesia de Santa María, en lo que fueron las dependencias del antiguo ayuntamiento, se encuentra situado actualmente el Museu Municipal hoy rehabilitado por la Fundación Gulbenkian. En sus salas se exhiben restos romanos, árabes y medievales hallados en la ciudad y sus alrededores, recuerdos de las batallas sostenidas contra las tropas de ocupación napoleónicas y abundantes obras de arte, entre las que no podía faltar una buena muestra de las pinturas de Josefa de Óbidos. Está previsto el traslado del museo para el Solar da Praça.
   Cerca del Museo, un par de casas más allá en dirección a la Porta da Vila, se encuentra situada la iglesia da Misericórdia, antigua capilla do Espíritu Santo, un edificio entre barroco y renacentista cuyo pórtico está rematado por una curiosa imagen de la Virgen hecha en loza vidriada.
   Por esta misma calle se alcanza una plazuela en la que se alza la iglesia de São Pedro, un edificio muy reconstruido cuyo principal interés desde un punto de vista artístico es el gran retablo barroco de su altar mayor, con una pintura central de João da Costa que representa a San Pedro recibiendo de Cristo las llaves del cielo.
   De nuevo en la rua Direita se llega por fin al tramo final del pueblo, siempre en cuesta, donde se encuentran instalados el castillo y la iglesia de Santiago**. El templo ha sido sometido a tantas reconstrucciones a lo largo del tiempo, que ha terminado por adquirir un aspecto casi colonial; ha acabado perdiendo en el proceso la mayor parte de sus valores arquitectónicos, si bien hay que reconocer que ocupa un lugar de privilegio como antigua capilla del castillo. En cuanto a la fortaleza, fue transformada en palacio durante el siglo XVI -un crinsteio que mantiene la actual pousada de sólo seis habitaciones y dos suites- y todavía conserva numerosos elementos valiosos, entre los que se pueden citar el arco de entrada o sus ventanas de estilo manuelino, geminadas, y no menos curiosidades, como el aljibe descubierto en el año 1931 al pie de la torre del homenaje.
   Las murallas, que parten de este punto y rodean el pueblo, fueron levantadas por los moros y reforzadas posteriormente en varias ocasiones.
   Fuera ya del recinto amurallado, merecen una visita la iglesia de São João Baptista, levantada en el lugar de un antiguo oratorio visigótico y cuyo retablo alberga una pintura atribuida a Josefa de Óbidos, y el santuario do Senhor Jesus da Pedra*, un curioso templo de estilo barroco de planta circular e interior en forma de hexágono regular, con tres proyecciones exteriores correspondientes a la sacristía y a dos torreones adosados a ambos lados de la puerta de entrada. Estos proyectos nunca llegaron a terminarse, pero bajo sus soportales encontraban refugio los tullidos que llegaban al oratorio en busca de remedio o consuelo.
   Centro de peregrinación desde hace doscientos años, a este santuario se le atribuyen curaciones milagrosas y todo tipo de hechos insólitos ocurridos durante su construcción. Todavía conserva en su interior una antiquísima cruz de piedra, con una figura antropomórfica tallada, que es el principal motivo de veneración y la causa de que se levantaran distintos santuarios en la zona hasta culminar en el actual.

Textos de:
SERRA, Rafael y HITA, Carlos de. Guía Total: Portugal de punta a punta. Anaya. Madrid, 2004.