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sábado, 24 de septiembre de 2016

1651. VALENCIA** (II), capital: 16 de agosto de 2013.

35. VALENCIA, capital. Ante L'Hemisfèric y el Palau de les Arts.

36. VALENCIA, capital. Ante el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, el puente de L'Assud de L'Or, y L'Oceanogràfic.

37. VALENCIA, capital. Ante el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

38. VALENCIA, capital. Detalle de la estructura del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

39. VALENCIA, capital. En la planta baja del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

40. VALENCIA, capital. En las escaleras mecánica de acceso a las plantas superiores del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

41. VALENCIA, capital. Observando el péndulo de Foucault en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

42. VALENCIA, capital. Impresionante vista del interior del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

43. VALENCIA, capital. Avión del ejército en el interior del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

44. VALENCIA, capital. L'Umbracle.

45. VALENCIA, capital. En el interior de L'Umbracle.

VALENCIA** (II), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de agosto de 2013.
   La Valencia moderna
   El año 1957 es una fecha clave en la historia de Valencia. El río Turia ya se había desbordado con anterioridad en diversas ocasiones, pero ninguna riada logró lo que ésta: tres cuartas partes de la ciudad quedaron anegadas por el agua. La solución fue drástica. La aprobación del Plan Sur permitió desviar el cauce del río unos cuantos kilómetros para alejarlo así del centro de la ciudad. El vació dejado por su caudal pasó a ser por obra y gracia de diferentes arquitectos, entre ellos Ricardo Bofill, un jardín donde los valencianos pasan buena parte de sus horas libres, caminando, haciendo deporte (hay buenas instalaciones para ello) o montando en bicicleta.
   Situada al sudeste de Valencia, la Ciudad de las Artes y las Ciencias** es un espacio abierto a la cultura, el ocio y la divulgación científica. De diseño ultramoderno, rozando a futurista, el gran parque ha situado a la capital levantina en el centro de todas las vanguardias arquitectónicas está compuesto por cuatro edificios (el museo de las Ciencias Príncipe Felipe, L'Hemisfèric, el Palau de les Arts, L'Oceanogràfic y L'Umbracle, un bello paseo de esculturas cuyas entrañas esconden un colosal aparcamiento). Promovida íntegramente por la Generalitat y concebida en su mayoría por Santiago Calatrava -L'Oceanogràfic es obra de Félix Candelas-, su construcción ha condicionado para bien el desarrollo urbanístico de una zona antes degradada y ha permitido establecer una nueva puerta de Valencia al mar, con la inauguración de nuevas vías de acceso en el extremo sur de la ciudad. La entrada al recinto es gratuita. Un consejo: por la noche resulta especialmente atractivo, ya que las luces le confieren un toque fantasmal.
   El Palau de les Arts es el edificio más arriesgado de cuantos ha proyectado Santiago Calatrava. La idea original consistía en construir una torre de telecomunicaciones, pero se detuvieron las obras justo cuando la base había sido levantada. En su lugar se decidió erigir un gran templo musical donde tuvieran cabida desde representaciones de ópera hasta funciones de teatro y danza. Su aspecto, semejante a un barco, es realmente espectacular.
   El edificio de L'Hemisfèric es un peculiar caparazón que emerge de un estanque de 24.000 m2 de superficie y que simula un ojo humano. Así, la pupila no es otra cosa que el domo semiesférico de la sala de proyecciones, que se transforma visualmente en una esfera completa al reflejarse en el estanque; los párpados son las bóvedas tóricas, y las pestañas, las cancelas acristaladas que se pliegan lentamente girando sobre unos goznes centrales. En el interior, los visitantes se instalan en el graderío inclinado para no perder detalle de todo cuanto acontece en su pantalla cóncava de 900 m2: representaciones de fenómenos astronómicos del Universo, proyecciones de películas IMAX y espectáculos de láser Omniscan. Hay sesiones cada hora.
   El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe es el principal estandarte de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Su objetivo es ambicioso: desvelar los secretos de la actividad científica en general, y de la biología y la genética, en particular. Y por eso el edificio no debía desentonar con el contenido. Hoy por hoy, es incluso más atractivo. Toda una obra de arte contemporánea diseñada por el último genio local, Santiago Calatrava. Cuenta con dos fachadas, una vidriada y transparente al norte, y otra opaca al sur. Una de las dos cubiertas, la que mira al río, aparece claramente inclinada. Un gran mirador volado configura el paseo exterior que llega hasta el borde del antiguo cauce del Turia.
   Inaugurado el 13 de noviembre de 2000, el museo consta de cuatro plantas, con una superficie total de 42.000 m2 de los que casi dos terceras partes pueden ser utilizadas para exposiciones y cualquier tipo de actividad. La planta baja es de libre acceso y está dispuesta en torno a la llamada Calle Menor en la cual podemos ver la silueta del rostro de 55 científicos con su correspondiente nombre, ficha y una frase identificativa. Aquí se encuentra también el Auditorio, uno de los emblemas del museo, con una superficie de 3.200 m2 y capacidad para unas 300 personas.
   Unas escaleras mecánicas nos conducen a la primera planta, en la que nos recibe su larguísima Calle Mayor, aún de acceso libre. Aquí están dos de las joyas de la casa, las que más público concitan a su alrededor: el péndulo de Foucault y la molécula de ADN. Esta planta es ideal para los niños, con muchos juegos para despertar su curiosidad.
   La planta segunda alberga El Legado de la Ciencia, donde se detalla la vida de tres Premios Nobel de Ciencias, Santiago Ramón y Cajal, Jean Dausset y Severo Ochoa, a través de paneles que explican sus aportaciones y descubrimientos más importantes.
   La tercera planta está repleta de naves espaciales, trajes de astronauta, planetas ... Además de un simulador espacial para el que hay que darse prisa si se quiere uno subir. Las entradas se sacan en las taquillas por anticipado y enseguida se acaban. Las plazas son limitadas.
   Frente al Museo de las Ciencias llama poderosamente la atención el espacio abierto denominado L'Umbracle, que sirve para ocultar la verdadera misión de este lugar: es un aparcamiento. El también llamado paseo de las Esculturas (por estar rematado con dos figuras azules también obra de Calatrava) es de enormes dimensiones: 320 m de largo por 60 m de ancho. El suelo está formado por tablas de madera, pero el principal elemento empleado en su construcción es, además del hormigón blanco, la cerámica rota, tan típica del Mediterráneo y tan típica en la obra de Gaudí. A Calatrava le encanta y la usa siempre que puede.
  
Enlace a la Entrada anterior de Valencia**:

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