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sábado, 23 de julio de 2016

1588. GRANADA** (XXXII), capital: 18 de mayo de 2013.

214. GRANADA, capital. Portada del compás del monasterio de San Jerónimo.

215. GRANADA, capital. Cabecera poligonal de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

216. GRANADA, capital. Portada del monasterio de San Jerónimo.

217. GRANADA, capital. Aceeso a la escalera en un ángulo del claustro del monasterio de San Jerónimo.

218. GRANADA, capital. Cúpula de la escalera principal del monasterio de San Jerónimo.

219. GRANADA, capital. Claustro del monasterio de San Jerónimo.

220. GRANADA, capital. Crucero de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

221. GRANADA, capital. Retablo lateral de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

222. GRANADA, capital. Vista del interior de la igl. desde el sotocoro.

223. GRANADA, capital. El retablo mayor de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

224. GRANADA, capital. Detalle del retablo mayor de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

225. GRANADA, capital. Estatua orante del Gran Capitán en la capilla mayor de la igl. del monasterio.

226. GRANADA, capital. Uno de los púlpitos de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

227. GRANADA, capital. Cabecera de la igl. del monasterio de San Jerónimo.

GRANADA** (XXXII), capital de la provincia: 18 de mayo de 2013.
El monasterio de San Jerónimo*
   En la calle Rector López Argüeta, junto a la calle Gran Capitán, se alcanza, en la acera de la izquierda la entrada al monasterio de San Jerónimo, obra excelsa del gótico-renacentista.
   Lo fundaron los Reyes Católicos en 1492, construyéndose en la almunia nazarí de Dar Ibn Murdi. El conjunto sufrió bastante durante la ocupación francesa, hasta el punto de que el campanario de la iglesia fue desmontado para construir el Puente Verde sobre el Genil. Se construiría de nuevo en 1957. Con la Desamortización se produjo la exclaustración de los monjes jerónimos y el edificio se convirtió en cuartel, llegando  la iglesia a encontrarse en seria amenaza de ruina. En la actualidad lo ocupan monjas jerónimas.
El monasterio
   La entrada al compás se realiza a través de una portada barroca que muestra los escudos de Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, y de la familia Mendoza. Atravesarla es entrar en un mundo de sosiego y de serenidad. El monasterio y la iglesia forman un ángulo recto, encontrándose esta al frente y aquel a la izquierda. No se sabe quién fue el autor del proyecto de tan magna obra, aunque es más que probable que se tratara del maestro Enrique Egas. La portada del monasterio es dórica, con una hornacina en la que hay una imagen de la Inmaculada. Tras un zaguán, se entra en el claustro principal, gótico, de dos plantas con galerías, la inferior a base de arcos de medio punto sobre gruesas columnas y la superior con arcos carpanales, alrededor del cual se encuentran las estancias más importantes: la sala de Profundis, la actual sacristía, el refectorio, y la sala Capitular, en la que, bajo un arcosolio, posiblemente de Diego de Siloé, está el sepulcro de fray Pedro Ramírez de Alba, prior del convento y, más tarde, arzobispo de Granada. Las distintas estancias llevan en total siete portadas de estilo renacentista trazadas por Diego de Siloé. El segundo claustro, más pequeño, lleva arcos peraltados en la planta baja y escarzanos en la alta, ambos sobre finas columnas toscanas.
La iglesia
   Declarada Monumento Nacional en 1887, es una de las mejores de la ciudad, si no la mejor. La portada responde al proyecto de Pedro Orea y la realización a Martín Díaz Navarrete, quien la concluyó en 1591. Es de mármol de Sierra Elvira y lleva un vano de medio punto entre sendos pares de columnas dóricas que soportan un entablamento sobre el que hay una hornacina con la imagen de San Jerónimo.
   La construcción del templo se inició en estilo gótico, como lo demuestra su planta, de una sola nave que se cubre con bóveda de nervaduras, crucero y capilla mayor poligonal y coro alto a los pies sobre una bóveda baída igualmente de nervios. El estilo cambió cuando se hicieron cargo de las obras, primero, Jacopo Torni, conocido en España como Jacobo Florentino, y, a continuación, Diego de Siloé, quienes dejaron su impronta, sobre todo, en el crucero y en la capilla mayor, hasta el punto de convertir ambos espacios en uno de los ejemplos más notables del Renacimiento español. Los pilares de los arcos torales se transformaron enteramente mediante el adosado de pilastras corintias y sobre estas se hizo descansar un friso decorado con torsos de barbados, hachas y capacetes.
   En el crucero se alza una impresionante cúpula sobre trompas aveneradas sostenidas por atlantes, en las que se alojan las imágenes de los Evangelistas. Un arco doble en aspa, junto con una trama de terceletes, sostiene el caparazón de la cúpula. Los brazos, por su parte, de escasa longitud, presentan bóvedas de casetones con figuras de personajes bíblicos y de la antigüedad, tales como César, Pompeyo, Homero, Escipión, etc. con la intención de comparar su gloria con la del Gran Capitán, cuya viuda, doña María de Manrique, había conseguido la cesión de la capilla mayor para enterramiento de su esposo, de ella misma y de su familia, hecho fundamental, gracias al cual, cambió de rumbo la construcción del templo. En los muros laterales del crucero se alzan dos retablos de piedra, con los escudos de los patrocinadores en la hornacina central, rodeado de guerreros, ángeles y las figuras de las Virtudes.
   El presbiterio, elevado sobre una escalinata y compuesto por la capilla mayor y dos laterales, se cubre con una bóveda de horno decorada también con casetones, sólo que aquí las figuras que en ellos aparecen son ya totalmente cristianas. En la cabecera se alza un formidable retablo renacentista realizado en el último tercio del siglo XVI, en el trabajaron Juan de Aragón, Lázaro Velasco, Pedro de Orea, Pedro de Raxis, Diego de Navas, Juan Bautista Vázquez el Mozo, Bernabé Gaviria y Pablo de Rojas. Se compone de cuatro cuerpos sobre banco con un total de nueve calles distribuidas en tres planos y cada calle, a su vez, con cuatro cuadros formados por columnas y cornisas, en los que se inscriben relieves con escenas evangélicas centradas principalmente en el motivo de la Redención. Abajo, en los extremos, se ven los retratos orantes del Gran Capitán y de doña María de Manrique, cuya tumba se sitúa en el crucero, a los pies de la capilla mayor, en una cripta que sería profanada por los franceses en venganza por las derrotas que en vida les infligiera el guerrero montillano.

Enlace a la Entrada anterior de Granada**:

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